La casa del pueblo
A lo largo de sus 150 años de historia, el Concejo Deliberante de la ciudad de Posadas lleva más de un siglo en el mismo sitio: la céntrica esquina de Bolívar y Rivadavia. Si bien en todo ese tiempo ha sufrido de las interrupciones institucionales provocadas por los golpes de Estado y durante ciertos momentos debió mudarse para cederle el lugar a la municipalidad, lo concreto es que, desde 1910, la casona de Bolívar y Rivadavia es la sede del Concejo, la casa del pueblo de Posadas.
La primera referencia con la que contamos es del 1° de abril de 1873, en donde se asienta en el libro de actas que “el alquiler de la casa que ocupa la municipalidad es de 8 pesos fuertes mensuales”. Con esto queda claro que las sesiones del Concejo se realizaron a una vivienda alquilada, seguramente dentro del casco urbano de la incipiente urbe.

Desde comienzos del siglo XX que los concejales de Posadas tuvieron como objetivo lograr la casa propia para el órgano de gobierno local. Recordemos que, por entonces, el Concejo Municipal cumplía las funciones legislativas, pero también las ejecutivas, donde entre sus miembros debían elegirse a un presidente, que adoptaba funciones similares a las que hoy tiene el intendente. De allí la urgencia de contar con un sitio específico y definitivo, algo que se resolvió entre finales de 1909 y comienzos de 1910. En la primera sesión extraordinaria, celebrada el 4 de noviembre, el presidente del cuerpo José Pagés informó que se resolvió adquirir la vivienda ubicada en la esquina de Bolívar y Rivadavia, en la localización SO de la manzana 41 de Posadas. Esta había pertenecido a la familia Fernícola y luego a Gregorio Pomar, cuya esposa, María Zuluet de Pomar, fue quién procedió a la venta.
En la quinta reunión extraordinaria, llevada a cabo el 28 de diciembre, el presidente Pagés dejó constancia de la escrituración de la propiedad. La compra se materializó en 12.000 pesos pagaderos en seis pagos anuales de 2.000 pesos, con un interés del 8 por ciento.
El edificio del Concejo, posteriormente se convirtió en Patrimonio Histórico, no sólo por su antigüedad, sino por la trascendencia cultural de sus espacios y patrimonios.